La Realización
Desde el inicio se llegó a la decisión de que la obra artística no se colocaría en tierra. Se decidió que fuera submarina, lo cual implicaba un grado de complejidad mucho mayor, no sólo en cuanto al diseño y a los materiales que se utilizarían para su fabricación, sino respecto a las características del entorno en donde se colocaría y, lo más importante: con relación a su impacto ambiental, ya que el trabajo se llevaría a cabo en un área natural protegida, patrimonio de la humanidad, por lo que era fundamental cuidar hasta el más mínimo detalle.
Mientras Cristina Iglesias trabajaba en el concepto preliminar de la escultura, la Fundación Mexicana para la Educación Ambiental entró en contacto con la Comisión Nacional de Áreas Naturales Protegidas, con la finalidad de conocer los requisitos y los trámites que sería necesario llevar a cabo.
A lo largo del proceso, se fue conformando un equipo de asesores, especialistas en diferentes áreas como, entre otros: el doctor en Ecología Marina, Enric Sala y el doctor en Biología Marina, Octavio Aburto, creadores del concepto de red de reservas marinas protegidas para el Golfo de California; la doctora en Biología, Isabel Moreno; la empresa especialista en ingeniería y estudios marinos, Tecnoceano; el camarógrafo submarino Alfredo Barroso; la empresa Constructora Anáhuac y los laboratorios de Cementos Mexicanos.
Después de la segunda visita de la artista a la isla Espíritu Santo, y de la interacción con los científicos, el concepto de la obra se fue enriqueciendo y la artista se planteó crear una especie de laberinto, en cuyo interior se generarían estancias y en el que se integrarían la obra, el medio ambiente y la conservación.
Los muros que conformarían las paredes del laberinto, serían celosías formadas, a su vez, por un texto poético, extraído de la obra Historia Natural y Moral de las Indias, escrita por Fray Joseph de Acosta, sacerdote jesuita, durante su estancia en la Nueva España, entre 1586 y 1587.
Reproducción del texto contenido en las celosías
- HISTORIA NATURAL Y MORAL DE LAS INDIAS
- Fray Joseph de Acosta
- DICEN QUE FUERON ELLAS
- GENTES DE EUROPA O DE AFRICA
- A AQUELLA FAMOSA ISLA
- Y TAN CANTADA ATLANTIDA,
- Y DE ELLA PASARON
- A OTRAS Y OTRAS ISLAS
- HASTA LLEGAR A LA
- TIERRA FIRME DE INDIAS
- SI ERA LA ISLA ATLANTIDA
- TAN GRANDE COMO SIENTE
- PLATON, FORZOSO HABIA
- DE TOMAR TODO EL OCEANO
- ATLANTICO Y LLEGAR CASI
- A LAS ISLAS DEL NUEVO ORBE.
Como consecuencia de una serie de valoraciones técnicas, científicas, ambientales y paisajistas, se eligió la Bahía de Candelero, en la costa occidental de la isla Espíritu Santo, para colocar la obra.
Una vez definido el lugar, se llevaron a cabo los estudios necesarios de batimetría, tipos de fondo marino, corrientes, mareas y oleaje, así como el análisis de factibilidad para su colocación, congruente con el plan de manejo del parque marino.
Paralelamente, se trabajaron modelos a escala, se definió el número de módulos y de celosías de que constaría la obra, así como sus dimensiones, hasta llegar a las características actuales y se llevaron a cabo los análisis químicos de los materiales que se utilizarían en su fabricación, con la finalidad de que la pieza se comportara adecuadamente en un ambiente submarino y para que ayudara a su colonización.
Mientras se construía y se armaba la obra, se cumplieron todos los requisitos, se consiguió la manifestación ambiental y se tramitaron los permisos correspondientes ante la Secretaría de Medio Ambiente y Recursos Naturales, la Comisión Nacional de Áreas Protegidas, la Secretaría de Salud, la Secretaría de Comunicaciones y Transportes y la Secretaría de Marina.
Finalmente, todo estaba listo para su instalación.
La relevancia que fue adquiriendo el proyecto durante su desarrollo, además de convertirse en un importante aprendizaje para todos los participantes, acrecentó e hizo evolucionar el objetivo inicial del proyecto, hasta convertirse en el actual: que la obra sirva como un símbolo y una convocatoria para que la población tome conciencia sobre la importancia de proteger y conservar los ecosistemas marinos y los recursos pesqueros.